jueves, 3 de marzo de 2011

Power to the Bicis!

Por Camila Fernández


José. Así dijo que se llamaba el primero que me habló apenas me vio con la playera destartalada que me prestaron para ir. Tengo la mía rota, le dije. Enseguida tomó mis datos y en estos días va a venir a arreglarla porque él es técnico mecánico de bicicletas. Ha recorrido Argentina, Uruguay, Paraguay y el departamento Paraná pedaleando. Todo esto contaba mientras yo observaba su equipo completo de casco, canilleras y otras cosas entre las que estaban las antiparras. ¿Esos son retrovisores?, le pregunté. Aja. Los inventé yo. Son lentes con espejitos. Dos espejitos. Minúsculos. Engarzados a través de unas finísimas patitas a uno de esos anteojos protectores de plástico. Por acá puedo ver —explicaba José— cómo el pelado, que está allá atrás, ceba mate, ¿ves? Efectivamente el pelado arrancaba el mate.

José es uno de los que va a todos los encuentros de la Deriva Bicicletera. Cada primer domingo de mes un grupo de personas se encuentra en la Plaza del Bombero (Urquiza y Salta) para andar en bicicleta por la ciudad. El emblema: - autos, + bicis. Celebran  lo que consideran el medio de locomoción perfecto, la bicicleta. No contamina, es económico, saludable,  silencioso y se adapta perfectamente al cuerpo humano.

Pero no se trata sólo de andar en bici. Los jinetes del asfalto predican la política de la deriva, de la apropiación de la ciudad. Todos sabemos que en estos tiempos donde la velocidad ha permitido que nos traslademos de un lado a otro en pocos minutos, el espacio por el cual se transita es sólo un lugar de paso que sirve para que los bien diferenciados individuos estén en movimiento de un lado al otro. Lo importante ya no es el encuentro. La imagen más encarnizada de esta idea es la autopista. ¿Qué hay en la autopista? Nada. En todo caso detalles que no “merecen” el ojo escrupuloso de nadie, como las villas de emergencia. Lo mismo pasa con la ciudad. Tanto andar en auto que olvidamos cómo es y qué pasa entre sus calles y cordones, veredas y plazoletas.

—La idea es que decidamos entre todos a dónde vamos hoy, dijo Maximiliano, uno de los hacedores de la aventura derivera. Montadas en los caballos urbanos unas 30 personas decidimos ir hasta el Balneario del Complejo Playas del Thompson. Bajamos por Salta (eso fue fácil) hasta una de las callecitas que lleva entre las llorosas hojas de los sauces a Avenida Ramírez. El sonido grave y sólido del “pututu”, un instrumento de viento boliviano que se fabrica con un cuerno de buey,  anunciaba que ahí estábamos. Más una bocina chillona y un instrumento de semillas. Ese era todo el repertorio para no pasar desapercibidos. Los que estaban sentados en la heladería miraban tratando de entender quiénes eran los locos de las bicicletas, aunque saludaban animadas. Algunas familias espiaban detrás de las rejas y observaban con atención al pibe del pututu.

30 tipos y tipas en bicicleta a lo ancho y a lo largo de las calles paranaenses yendo hacia algún lado, no importaba. O mejor dicho, daba lo mismo. Lo que había que lograr era que la gente viera que pueden movilizarse en otra cosa que no tiene motor. Despacito íbamos llegando al balneario. A veces había que tomar envión y con un ritmo continuado subir las lomadas de la pequeña Harris y calle Bravad. Sin la fuerza necesaria se puede empezar a ir para atrás. Así fue como el pedaleo nos arrojó en el complejo de un empujón. El pututu hacía lo suyo. Los cuerpos acoplados en sus bicis formaban una “masa crítica” que se iba haciendo camino al andar, movimiento mundial del cual son parte estos románticos deriveros de la ciudad.

(Para leer más sobre esta nota encontrá La Chancleta en los kioscos de Paraná)

2 comentarios:

Lucre dijo...

Me gustó mucho esta nota!! justo últimamente estuve considerando la idea "autos vs. bicis"...es triste que cada vez se le preste menos atención a la bicicleta como medio de transporte...y bueno...nada! felicitaciones! :D
Saludos!

Revista La Chancleta dijo...

Gracias! Deberíamos andar mucho más en bicicleta no? Hemos estado viendo que hay varias ciudades del país donde "la masa crítica" se está extendiendo. Eso es una buena noticia!