jueves, 16 de junio de 2011

Te chupo todo, mamita*

Te chupo todomamita*
 “Tengo un pedazo así de grande”, me dijo el tipo que me abrazó en medio de la calle cuando volvía de trabajar. Entre la apoyada repugnante, el gesto de sus manos y su cara libidinosa habían pasado dos cortos segundos. Mientras el tipo tuvo tiempo de irse caminando, tranquilo y satisfecho, yo no pude salir de mi perplejidad. Era sorpresa y era miedo. Y era bronca por no reaccionar. Me fui por la calle imaginando las miles de puteadas y estilos de trompadas que le hubiera propiciado de no haber sido por la anulación del  momento.
El tipo me abrazó,  me apretó, acercó su cuerpo al mío que ni siquiera pudo usar la resistencia. Si hubiera venido alguien con un puño a pegarme, quizá lo hubiera esquivado. Ni siquiera el reflejo que responde a la agresión tuve: la violencia simbólica es brava pero invisible.
Otra vez, un señor que se bajaba de un remís manifestó quemehacíadetodo. Otro me anticipó lo que me iba a pasar si llegaba a agarrarme. Yo supongo que a todos esos casos hacen referencia los que dicen que el piropo está perdido. Algunos, hasta intentaron declararle un día festivo. El rancio Silvio soldán dijo que con esto de la igualdad entre el hombre y la mujer se había perdido la costumbre tan linda y noble como la de decirles cosas a las mujeres en la calle. Yo me pregunto qué tiene de noble la amenaza de quedar-toda-rota-si-me-agarra. No me jodas, Soldán.
El piropo no está bueno, en general. Las mujeres, si bien a algunas les molesta más que a otras, habitualmente, no lo disfrutan. Y los tipos lo saben. Si hay algún piropeador leyendo estas líneas lo convoco a que me responda si alguna vez vivieron alguna situación en la que la mina en cuestión se volviera sobre sus pasos y les dijera “dale, te paso mi teléfono” o “sí, viste qué culo que tengo, te invito a mi casa” o “bueno, casémonos”.

Alguien me dijo alguna vez, frente a mis quejas: "¿qué te molesta de la frase: adiós hermosa?” La historia es simple: en sí misma, la frase adiós hermosa no es agresiva, todos estamos de acuerdo, de hecho, es agradable. Además, ¿A quién puede ofenderle semejante aclaración de una cualidad cuando se anda escaso de autoestima? La cuestión es que la frase viene de la mano de un gesto, una situación y una intencionalidad marcada. El adiós hermosa viene después de que la semana anterior otro señor te dijo te chupo todo,  en la misma calle. 
Y la sensación que nos provoca es tan elemental que le cabe la respuesta: no quiero que me digas en la vía pública lo que no te pregunté, que irrumpas y declares cosas sobre mi cuerpo o partes de él que no tengo ganas de escuchar, porque sos un desconocido y nunca acordamos eso. Porque lo que subyace es que te sentís con la atribución de decirme cosas. Y porque, además, si no me gusta que me las digas, me vas a decir que es porque soy lesbiana, frígida, mala onda o simplemente mentirosa. Y en última instancia “te tengo que agradecer”. Es el hecho de que te sientas con la posibilidad de avanzarme y pretendas que eso me parezca  lindo, necesario, lógico y no me queje, lo que molesta tanto en realidad. Acaso si alcanzamos a decir ¿me explico? que el tipo ya está en la otra cuadra, -luego de haberte gritado histérica, en el mejor de los casos-.

*** 
Laura iba sola por la vereda y un tipo se cruzó para ir junto a ella y balbucerale quién sabe qué cosas sobre el hombro. Lo soportó media cuadra hasta que se detuvo y pegó un grito pidiéndole que se fuera bien al carajo, viejo baboso, cortala, salí de acá. El tipo se sorprendió  y con cara de enajenado fabril cabeceó hacia todos lados pidiendo una explicación. La gente que caminaba la miró como si alguien acabara de romper un vidrio de un piedrazo. Laura se sintió sola, fuera de sí. Y a la sensación la completaron los que dijeron qué desubicada la flaca, semejante grito. Bueno. Claramente no tenemos las mismas posibilidades de explicitar lo que sentimos.
El hartazgo sobre piropo agresivo no se alza en armas desde las trincheras morales. Ni porque quien escribe considere a la mujer como portadora  natural de la pureza y la virtud. Nada más lejos. Ni siquiera desde el horror hipócrita por lo obsceno. Lo que se pone en cuestión es la “habilitación” que tienen o sienten los señores de poder decirnos cuanto se le viene en ganas, en voz alta, susurrando, en un colectivo o en el hospital. Y de lo que le subyace a eso: sos mujer, naturalmente debés bancarte el piropo. Es más, te debe gustar. Y si no te gusta, jodete por salir con ese escote, querida.


*si le pareció fuerte el título, lo siento. Imagínese escucharlo en la calle, diariamente, con aditivos y adjetivos varios, desde la pubertad en adelante.

2 comentarios:

Seigiro dijo...

No se puede llamar piropo a eso... esas son frases desagradables, vulgares y insultantes a veces... los piropos estan bien... ya que los piropos son delicados, como cortos poemas para alagar a alguien... no es lo mismo decir un piropo (en este caso tonto, simple y quemado) como "Te dolio cuando te caiste del cielo, angel?" que decir (y cito a un compañero de escuela, disculpen pr las palabras) "Que linda maquina de cortar sor*tes"... no se lo puede llamar piropo a eso...

Camila dijo...

jaja! Terrible esa frase! Coincido con vos! No es lo mismo obvio, pero Pero a mí, por lo menos, no me gusta que me digan "que linda que estás mamita" mientras paso por una vereda con 6 tipos de cada lado mirándome... Es súper incómodo sin ser guarango. A algunas no les molestan los piropos quizá. Yo prefiero elegir qué tipo puede decirme las cosas que quiero escuchar ;)